El sapo / Juan José Arreola
Prensado en un bloque de lodo frío, el sapo se sumerge en el invierno como una lamentable crisálida. Se despierta en primavera, consciente de que ninguna metamorfosis se ha operado en él. Es más sapo que nunca, en su profunda desecación. Aguarda en silencio las primeras lluvias.
Y un buen día surge de la tierra blanda, pesado de humedad, henchido de savia rencorosa, como un corazón tirado al suelo. En su actitud de esfinge hay una secreta proposición de canje, y la fealdad del sapo aparece ante nosotros con una abrumadora cualidad de espejo.
Fuente:
Bestiario / Juan José Arreola. 1a ed. México: Joaquín Mortiz, 1972
Bestiario / Juan José Arreola. 1a ed. México: Joaquín Mortiz, 1972
Pintura:
Naturaleza muerta con insectos y anfibios de Otto Marseus van Schriech. Pintura. Países Bajos, 1662.
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